viernes, junio 16, 2006

Ste(o)p

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Prendido al misterio, callóme de golpe un siguiente:

seducir es el homólogo del triunfo,

cuando se logra ya no queda más por hacer.

Yo queda nada, ni la duda. Límite nada más.


Luego emergióme sin golpe lo que viene:

hubiese visto muchas cosas si el freno me hubiese invadido.

Qué quedaría entonces si obedeciera el estacionar?

Me quedaría vivir, y en esas artes no he sido nunca ducho.


Entonces me despiertan las fábulas de los límites

y lo cuestionable del placer que es llegar-encontrar-resolver

un afan cuasi mateático de amarrar hipótesis nulas.

Y así el step frente al stop sólo abundan alazanes de negación.

Taurina fuerza de una pequeña sombra,

sutil la encrucijada anatómica;

zumo hormonal de grito a medias.


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Un epicúreo se balanceaba....

dos afroditas se delaitaban...

Un hombrecito se reinventaba,

sobre la tela de la luna.

Como veían que se extinguía,

fueron a arrimar las soledades.

Dos coxales,

tres diámetros,

cuatro caminos.


de en


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Búh