El hombre escribe su discreto mundo.

El hombre no araña pulsos ni famas.

El hombre come lo que no le corresponde a nadie.

El hombre vive donde a nadie lo recibieron.

El hombre duerme cuando el resto ya soñó.

El hombre vuelve más desnudo, ya sin él siquiera. Sin un apenas.

El hombre ya no existe,

El hombre aún no puede descansar.

El hambre habita al hombre,

y su nombre despierta la carne desempleada,

su réplica un vicio por regar

y dos fieles obreras por debutar

en un escenario irrescatablemente vivo,

de hálito dinámico,

y ritmos irrepetibles.




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Piedra a la hiedra,

mito al hito,

cielo al celo,

beso al exceso,

mano al extraño,

viaje al traje,

sueño al niño,

fuego al juego,

mate al vate

(bien matado,

amado y/o relegado,

pero bien)


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Ve vidas

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No bebo-te

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quizá mate

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Can sado

Revienta el ser contra lo escrito

y en su única oscuridad busca reinventarse lejos de la soledad,

vestido de una piel que no es suya ni de nadie más.

La resaca de una luz lo vuelve fauno y real,

no como sus juegos añejos de niñez por evocar.

Tramita con una mesa sola y una sola taza también

las formas de quitarse este traje cortical no alado,

poco medular y de plano humor.

Escribe desde un lejos no imaginado por nadie,

desde una esfera que no reclama por ángulos

ni cosechas tristes.

Espera, igual que yo,

que lo salves,

desde ningún aprendido modo


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Detalle

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La tristeza nunca ha venido sola,

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hoy trajo mandarinas y citas de un físico añejo

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Sábado

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Solía encoger su violencia en un sed fluida y finita,

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fuera del cotidiano círculo de mitos y códigos sin nadie por descifrar,

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en resumen

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se ahogaba en extrañas pociones

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extraños lugares y extraños cuerpos

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para tornarse en sí mismo un visitante no bienvenido

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con el mandato impostergable de huir

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Ella leía Best Sellers

Definitivamente era un gran amor.

Hasta que ya hastiados de necesitarse,

comenzaron a entenderse...

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Ya

...

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Le hablaba 7 ó 33 veces,

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al final daba igual,

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lo que temió durante su bio entera

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le guiñaba ahora el ojo de forma no azarosa

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ya no tenía ni donde caerse vivo

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Nostalgia lúpica

Añorar el tiempo en que era todo un lobo,

sólo me quedan ya

sus

dientes

pelaje

estepa

tractat

hambre

ironía

silencio

falta de luz

ímpetu

vísceras

golpe

galope

tartamudeo

nocturnidad

cadencia

zarpa

sigilo

carne

sed

y

sus mañas

de animal

sombrío


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