Descalzo ciego

Quinto gesto del viento Norte

(cuarto de una luna nueva),

dos gotas llegando al sabor

desde la lluvia de los ojos precedentes.

Una aparición del sol con sosiego de sonido,

dos sombras que se vuelven una sin luz siquiera.

Tres las cuartas desde tu boca abierta

hasta en sorbo sin sueño

reclamador de unidades dispares.

Cinco los peregrinos de mi mano,

dos de ellos artesanos en tierra viva camino de matriz.

Suelta por fin ese cerrar de ojos

un augurio de lo que vedrá por este infinito acabar tan no visto.

No se desarma nada más que el alrededor

pues lo que es entre nosotros,

sólo crece hasta lo que ya no vivirá

sino en el olfato y gusto.

Nuestro.

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De mora

Se demora en ademán el gesto,

gasta su tiempo el anciano en soledades.

La forma comió los fondos,

no eran de alcachofa.

Lloró su niño la llegada

de la humedad descifrada.

Regalo de supermercado;

sin sorpresa ni cariño.

Pobre sino,

triste trino.


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Zen ten (&) cia

Y llegó ese instante;

y me volví otro,

y no miraste.

Y el de las letras se pregunta,

pa que diantres se desvive de Calcas,

si derramamos su tisana por indolentes belfos.

Revolcándose en su túmulo ha de star,

como en el propio, yo.



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Nece-sí-dad

Más necias que tu 500 piel de kilómetros,

mis muy acás grietas de mis no sé porqué manos frías

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miento viento

Sabina miente,

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yo también

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