Revuelta
Los retornos
Los perdidos y las barcas,
las quillas reclamando arenas de arar por mar y sal de amar sin dar.
De esa cualidad infantil que es entregar la vida en ojo que brilla si hay gesto nuevo,
una brisa que levante el vello
o cuando ya somos má viejos, una imagen que nos torne cándidos.
Aunque sea para retomar el revolver letras
engañadas con cuentos de ser mayor y otros muertos.
Ergirse como si nada y leer libros donde se habla de calor
y una soledad que no existe, de mujeres como flores
y esos recursos que vienen de adolescente para lograr encuentros
en medio de las noches nunca debidamente conjugadas.
Despiertas y parece que nada se hubiese ido,
y ya no te encuentras, en tu misma piel las distancias tienen otra métrica,
parafasias de un lenguaje que se declamaba por el cuerpo contrario;
ese que era una misma fuente para otros cursos
y cada vez más aguas cosechadas sin mar ni lluvia.
De ese otoñal légamo que curtiste sano y de tan padre que te sentías
al saberlo desconocido y poderoso
un abrazo terrible,
menos cauto que tu soledad concurrida.
Esos años que han pasado tiemblan por su historia,
quieren que seas de ellos nuevamente,
tal como la corriente reclama a su ahogado,
tal como la noche me vuelve a reclamar
y e tiempo a mi historia
y mi historia
a tu
c
u
r
s
o
.
..
...
..
.
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las quillas reclamando arenas de arar por mar y sal de amar sin dar.
De esa cualidad infantil que es entregar la vida en ojo que brilla si hay gesto nuevo,
una brisa que levante el vello
o cuando ya somos má viejos, una imagen que nos torne cándidos.
Aunque sea para retomar el revolver letras
engañadas con cuentos de ser mayor y otros muertos.
Ergirse como si nada y leer libros donde se habla de calor
y una soledad que no existe, de mujeres como flores
y esos recursos que vienen de adolescente para lograr encuentros
en medio de las noches nunca debidamente conjugadas.
Despiertas y parece que nada se hubiese ido,
y ya no te encuentras, en tu misma piel las distancias tienen otra métrica,
parafasias de un lenguaje que se declamaba por el cuerpo contrario;
ese que era una misma fuente para otros cursos
y cada vez más aguas cosechadas sin mar ni lluvia.
De ese otoñal légamo que curtiste sano y de tan padre que te sentías
al saberlo desconocido y poderoso
un abrazo terrible,
menos cauto que tu soledad concurrida.
Esos años que han pasado tiemblan por su historia,
quieren que seas de ellos nuevamente,
tal como la corriente reclama a su ahogado,
tal como la noche me vuelve a reclamar
y e tiempo a mi historia
y mi historia
a tu
c
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